Relato a partir de " Mujer de azul leyendo una carta "

De repente llaman a la puerta.

La mujer deja sus quehaceres y se dispone a abrir. No hay nadie, mira a los lados y no hay rastro de nadie. Dispuesta a cerrar la puerta ve un papel en el suelo, es una carta. La coge y entra otra vez. Camina hacia la ventana donde hacía unos minutos estaba doblando la ropa y la abre.

" Querida Amelia:
Sé que te habrás sobresaltado al saber de mí otra vez, hace ya dos meses que me tomaron por muerto, yo por un momento creí estarlo. Estando en el fuerte nos atacaron, era todo un caos, la gente no paraba de correr hacia todos los lados, no sabía que hacer. Encontré a Thomas y fuimos a buscar al general, allí vimos que habían atacado su tienda y yacía su cuerpo sin vida en el suelo. Cogimos su arma para tener más munición y decidimos escapar al bosque.

Una vez lo suficientemente lejos del campamento nos encontramos a más soldados, llevaban provisiones y nos dieron una mochila a cada uno. Estuvimos andando por días, decidimos intentar volver a casa, así que nos separamos del resto. Al cabo de una semana estábamos perdidos, nos estábamos acercando otra vez al campamento y sabíamos que podría ser peligroso, pero era la única forma de volver. Nos adentramos en el campamento, estaba todo en silencio, lleno de sangre y con cadáveres de los que antes eran mis compañeros por todos los lados. Seguimos andando; y, de repente, se escuchó un disparo. Echamos a correr, estábamos en peligro. Salimos del campamento, ahora, si teníamos la suerte de sobrevivir, regresaríamos. Ya habíamos atravesado el campamento, lo difícil ahora era que no nos dieran.

De repente se escuchó un último disparo. Empiezo a sentir un ardor en el abdomen, no quiero morir, sé que me han dado. Conseguimos perderlos de vista, pero no tenemos a dónde ir. Caminamos unas horas más, necesito parar, cada vez me duele más y sé que si no hago nada moriré. Me reclino en un árbol y levanto la camisa, no hacía falta levantarla para saber que me estaba desangrando. Thomas se acerca a mí y ve la herida. La bala estaba dentro aún, intentar sacarla sin el material necesario solo haría que me desangrara antes, y dejarla dentro me mataría más lentamente. Decidimos seguir andando, encontrar un lugar en el que me puedan ayudar. Llevábamos horas andando y no encontrábamos nada. De repente me empecé a sentir mal, empecé a ver borroso y perdí el conocimiento.

Al despertarme estaba en una habitación. Era pequeña, no tenía muchos muebles, era una habitación blanca con una ventana por la que entraba bastante luz iluminando toda la habitación; la cama en la que me encontraba era lo justo para una persona, al lado había una mesita de noche con un candelabro, unas cerillas y un vaso con agua; y, justo enfrente de la cama, una silla con ropa. Me vestí y bajé. Thomas me contó que un señor nos encontró al poco de haberme desmayado, con tanta suerte de que era un médico y me podría ayudar. Nos trajo a su casa, me ayudó e insistió que nos quedáramos aquí mientras me recuperaba. Había estado una semana y media inconsciente, por lo que necesitaba reposo.

Thomas me dijo que había logrado avisar a su mujer, que a ella le habían contado que estaba muerto. Por lo que les pedí a los señores que nos habían salvado; si me podían dar papel y pluma para escribirte una carta y que sepas que estoy bien. Aún me quedan un par de semanas de reposo más o menos; y luego regresaremos a casa.

Amelia, no me he olvidado de ti, volveré, créeme que lo haré. Mientras tanto tendrás estas palabras como una última gota de esperanza.

Hasta que nos volvamos a ver,
Peter. "

Amelia depositó la carta lentamente sobre la mesa con lágrimas en los ojos. Después de tanto tiempo volvía a tener esperanza, volvía a tener fe. Volvería a ver a Peter.

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